Lo cuenta mucho mejor que lo haría yo y tiene mucho que ver con lo que explica Javier
Os pongo la referencia de la web original en la nueva sección de enlaces
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Retomo la actividad de mi blog, tras este paréntesis intencionado, con la misma imagen con la que me despedía: EL AGUA. Hoy hemos dado desde COAGRET el premio recién creado a Javier Martinez Gil, nuestro entrañable Hidrogil. El padre de la Nueva Cultura del Agua, de la fluviofelicidad, de los fluvioabrazos y sobre todo de los discursos que devuelven al agua los valores esenciales que la hacen única e irrepetible. Cuando Javier habla de los ríos nos evoca esos mundos que conocimos quienes nacimos en sus riberas y, hasta nos hace demasidos años, pudimos disfrutar de sus limpias y acogedoras aguas de verano. Nos recuerda los valores identitarios que atesoran y comparten con quien se acerca a escuchar el murmullo de su discurrir. Nos habla de los pueblos que supieron vivir acomodándose al río, respetándole y asombrándose a su paso cuando venía mayenco. Por eso sus discursos y escritos son imprescindibles en estos tiempos de productivismos baratos, en que algunos aprovechados quieren convertir los ríos en canales de flujo constante tras robar sus aguas y aprisionadas llevarlas por vías de hormigón que, eso sí, habrán de ser financiadas con el dinero de todos.
Javier ha entendido, como pocos de los que vienen del mundo universitario o intelectual, el profundo dolor que se esconde tras las peleas de los afectados por los embalses ejecutados y proyectados. Por las gentes de Artieda, de Santaliestra, de Jánovas, de Biscarrués, de Andalucía, de Galicia, de Asturias, del Amazonas o del Magadalena. Y ha sido profundamente amigo y solidario con ellos. Nunca olvidaré su carta tras la hipócrita, desgraciada e injusta sentencia que dió carpetazo judicial a los contenciosos de Yesa. Trasmitía apoyo y lágrimas de dolor tan fuertes como las que en aquellos momentos brotaban de nuestros ojos.
Javier además es, como buen navarro, hombre de fe y perseverante. Difícil es que dé ninguna batalla por perdida y aunque alguna vez, sobre todo al hablar de los poderes políticos e institucionales, trasmite desánimo pronto encuentra gestos, proyectos, encuentros, recuerdos, que le hace pensar que otro mundo es posible, también en las cosas del agua. Y con ánimos renovados se lanza a batallas en las que sobre todo creen quienes, como él suele decir, tienen como objeto de la vida ser buenas personas.
Por eso y por mucho más creo que Javier se merecía el premio que hoy le hemos dado y confío que por mucho tiempo seguirá allí alumbrando nuestras noches y los días radiantes, que han de ser los más, ofreciéndonos el agradable placer de su compañía.
Va por él estos sonidos que evocan el AGUA