Pacto del agua: del mito al timo

Hace 20 años que las Cortes de Aragón aprobaron el Pacto del Agua. Un documento que nació del mito en que se había convertido el tema del agua y ha devenido un fraude, un timo para los auténticos intereses de Aragón. Ni más ni menos que 1.356 millones de euros se han invertido en el contenido de ese documento, y si bien es cierto que parte de estas inversiones eran necesarias (reparaciones de grandes infraestructuras de trasporte, balsas laterales que mejoran la eficacia en el riego, mejoras en dispositivos que de seguridad de presas, abastecimientos,…) lo gastado en otras muchas (Yesa, Santaliestra, Jánovas, Biscarrués, Mularroya, …..) se convierte en un auténtico despropósito.

El Pacto del Agua se fraguó bajo la dirección en la CHE de un personaje llamado Antonio Aragón, un tipo que pudo ser muchas cosas (entre otras corrupto) pero que de tonto no tenían un pelo. Las aspiraciones trasvasistas y el negocio que con ello se podía generar en el litoral mediterráneo no son nada nuevo y cuando llegó a la CHE diseñó su estrategia para satisfacer estas apetencias. El rechazo histórico de Aragón debía ser contrarrestado y para ello juntó a todos quienes tenían apetencias de agua y puso en un listado todo lo que querían. Aquello fue una partida donde cada uno la echaba más gorda que el vecino y donde los únicos no preguntados fueron los ríos y sus defensores o los afectados por los pantanos. Con tan lustroso listado fueron enviados a Cortes los diputados que dieron un sí unánime y salieron tan ufanos diciendo que habían puesto freno a los trasvases cuando, en realidad, habían dado la cohartada perfecta a quienes los impulsaban. El agua sería almacenada en grandes embalses estratégicos y antes o después, como bien sabe cualquier ciudadano medianamente informado,  sus verdaderos dueños (es decir el dinero especulativo) terminaría imponiendo su dictado y llevándola  a su huerto. Algún jerifalte de los regantes podría sacar tajada económica y se salvaba el escollo de unos cuantos afectados que ya empezaban a dar guerra. Ni planificación, ni racionalidad, ni justicia para los territorios afectados en el pasado por pantanos. Pura estrategia. y pura política hidráulica de la primera mitad del siglo XX.

Antonio Aragón acabó como acabó ( en la cárcel) y tuvo que dejar la CHE entre lágrimas de los regantes y las gentes del orden de este nuestro país, pero el caballo de Troya había quedado tras su marcha. Políticamente ha sido utilizado hasta la saciedad y el argumento de «lo dice el Pacto del Agua» ha sido utilizado por los Eiroa, Biel, Marcelino, Lambán,  Lanzuela o Rudi como excusa perfecta para no tener que dar explicaciones a preguntas comprometidas y al propio tiempo tratar de ocultar su imagen vacua y trasnochada en lo que agestión de ríos y aguas se refiere. Ha habido movilizaciones contra los embalse como pocas, ha habido informes infinitos que cuestionan el viejo modelo de regadío extensivo, se les han hecho cuentas que muestran la ruina de lo que en su momento pudo verse como un sueño transformador de Aragón. E incluso se ha aprobado una Directiva Marco de Aguas en Europa. Allí siguen ellos igual que hace 20 años, o tal vez que 100 haciendo compañía al ilustre Joaquín Costa. ¡Si hoy levantara la cabeza!.

Para quienes puedan dudar de lo que digo que analicen cuando se ha hablado más del Pacto del Agua y de sus embalses. La respuesta es sencilla, en los periodos trasvasistas de ministros anteriores como Borrell, Tocino y Matas o actuales como Cañete.

Obras como el recrecimiento de Yesa, mito y buque insignia del Pacto del Agua, son la peor opción para Aragón. Yesa sería un gran embalse en el cauce del río cuyas aguas podrían ir hacia el canal o hacia el río según interese a quien tiene la última llave que, no lo olvidemos, está en Madrid. Nuestra mejor opción pasaría por respetar verdaderos caudales ambientales para el río Aragón y la poca agua que se le pudiera sacar (si se puede tras La Loteta, Laverné, Malvecino,…) guardarla en el propio sistema de Bardenas. Entre otras cosas porque el túnel que sale de Yesa ya va a tope en la época de máximo riego en verano y, además, porque las obras así requeridas son asumibles por pequeñas empresas del país y generan una sistema de gestión del agua mucho más flexible.

Pero Cañete (que como Aragón o Matas de tonto no tiene un pelo y de interesado por lo suyo mucho) va a lo suyo y dispone de poco dinero, por eso ha vuelto a mirar al caballo de Troya y se nos ha presentado con una apuesta que era tan clara como previsible. Les vendo la obra que el Aragón más «paletón» demanda, les sigo confundiendo con la cantinela de que es necesaria para que beban los zaragozanos ¿dónde conseguir más adeptos? e impulso la obra en cabecera que de verdad importa para cualquier proyecto trasvasista. Es en este momento cuando se constata como el «mito» ha devenido «timo». Y como en el de la estampita algunos parecen no haber abierto todavía el paquete de billetes falsos que les han entregado. Cuando lo hagan el truhán ya habrá hecho su negocio. Salvo que quienes tenemos las cosas claras y unas laderas que se han empeñado en demostrar que la Ley de la Gravedad sigue funcionando sin poder ser recortada en alguno de los negros viernes PPeros, les dejemos con las vergüenzas al aire. En eso estamos.

Han pasado 20 años y algunos siguen ensalzando un documento que es el mayor reflejo de nuestro fracaso frente a la racionalidad Trasovares dixit. Debe ser porque unos cuantos mandamases le han encontrado valor para disimular su vacuidad intelectual.

Aprovecho para recordar a Carlos de Prada que tanto intentó desenmascarar estas y otras muchas vergüenzas. Leed su blog.