No me quedó buen sabor de boca tras la manifestación de ayer a favor de l@s trabajador@s de Mildred y exigiendo al Ayuntamiento y Gobierno de Aragón un proceso de reindustrialización para la ciudad de Huesca.
Ví demasiada gente llenando las terrazas de los bares, paseando y comprando en los comercios que actuaron como si no pasara nada en la ciudad y balcones ocupados por gentes que miraban como si lo que pasaba fuera un cortejo festivo. Me preocupa una actitud tan relajada en la ciudad ante lo que, considero, es uno de los cierres empresariales más graves de los últimos años.
Seguro que existen muchas más razones para que la convocatoria de ayer no obtuviera un respaldo masivo, como sin ir más lejos se produjo en Monzón hace escasas fechas, pero algunas pueden ser:
- En Huesca la cultura industrial se ha visto históricamente con ojos de desconfianza. Ha arraigado la sensación de que la industria es para otros y que nosotros somos una ciudad de servicios. Creo que esto va cambiando poco a poco seguramente porque basta observar como nuestras vecinas Pamplona o Lleida son punteras como capitales que albergan servicios de todo tipo pero también apuestan decididamente por la industria. Es la apuesta inteligente y me cuesta entender la renuncia explícita y fomentada por los que “cortan el bacalao” en la ciudad a lo largo de demasiadas décadas. En esto Monzón es otro mundo.
- La estrategia de la movilización posiblemente ha llegado algo tarde y hay quien piensa que ahora sólo se puede estar en una manifestación así para acompañar el cadáver y, como si de una marcha de duelo se tratara, solidarizarse con los deudos. Es una percepción y opinión que he contrastado con algunas personas y no comparto. Soy de los que creen que siempre hay oportunidades para pelearse por las causas justas y que nada está totalmente perdido mientras exista el menor resquicio para la esperanza. Aquí tenemos una magnífica fábrica, con buenas instalaciones y trabajador@s cualificad@s. Es posible conseguir que se reanude, aunque sea parcialmente, la actividad y 200 puestos de trabajo allí sería la primera y mejor medida de reindustrialización.
- Los precedentes de otras empresas que cerraron, recuerdo Alvisa, y también recibieron escaso apoyo ciudadano ha podido generar recelo. El espíritu individual y de no mojarme si no me afecta directamente ha podido establecerse. Ello dificulta la existencia la una cultura sindical unitaria y falta de solidaridad entre trabajadores. Esto ha sido bien aliñado por quienes han hecho un buen esfuerzo de desmovilización al grito de “Nos han puesto lemas que no buscan la unidad”. ¿Sobre qué mensajes debiera haberse cimentado esa unidad que hubiera supuesto una llamada incontestable?.
En todo caso estuvimos unos cuantos cientos de ciudadanos y ciudadanas. Si seguimos en el empeño los mensajes que allí lanzamos (una vez más me gustó Arancha de CCOO) tendrán visos de ser realidad a corto, medio o largo plazo. Quiero ver la botella medio llena y no pensar en quienes rezaban en capillas laicas para que ayer se produjera un fiasco lo mayor posible; y pensar que si seguimos en el empeño llegará un día en que nadie dude de la necesidad de un potente sector industrial en la ciudad. Ese día cierres como el de Mildred será mucho más difícil que ocurran.
UN ABRAZO SOLIDADARIO PARA L@S TRABAJADOR@S DE MILDRED