Ayer día 26 de septiembre se celebraba el Día Europeo de las Lenguas. Este día se instauró con el fin de ayudar a los ciudadanos a apreciar la importancia de aprender idiomas, dar a conocer todas las lenguas habladas en Europa y fomentar el aprendizaje de idiomas a cualquier edad. Desde el Gobierno de Aragón, en palabras de la consejera Broto, nos han dejado claro que celebrar este día se reduce a seguir potenciando el aprendizaje de las lenguas extranjeras ( que me parece bien) y olvidarse de las propias (que me parece rematadamente mal). Una vez más han tenido que ser asociaciones que llevan años batallando por la salvaguarda y dignificación de nuestros aragonés y catalán quienes han organizado actos conmemorativos en la medida de sus posibilidades. Una vez más constamos como la política se usa, e incluso abusa, para maltratar a unas lenguas y potenciar otras. Y eso no es ni legítimo ni inteligente es, simplemente, despreciable porque atenta contra el derecho fundamental de las personas a poderse expresar en su propia lengua y gozar para ello de la protección desde los poderes públicos.
Y mientras seguimos a la espera de que el Gobierno de Aragón, o al menos uno de sus socios de gobierno, tengan arrestos para presentar un proyecto de Ley de Lenguas (bueno o malo pero que presenten algo) aquí en Huesca vamos a tener que asistir a un nuevo esperpento en el Pleno del próximo lunes. Y digo esto porque el PP nos ha puesto sobre la mesa una moción
que al leerla, a cualquiera que tenga un poquito de inquietud por los temas lingüísticos, sensibilidad por el patrimonio propio y perspectiva histórica, sólo puede producirle risa o cabreo.