Es evidente que la Iglesia Católica se ha hecho con un capitalito a lo largo de la historia. Lo forman unas catedrales por allá, unas iglesias por aquí, abadías en los pueblos, colegios o residencias en las ciudades e incluso alguna finca que dadivosos devotos le legaron cuando se vieron abocados a abandonar este mundo. Piedra a piedra en espalda tras espalda durante siglos y siglos han contribuido, de forma voluntaria o la fuerza, a la tarea. También ha contado ese afán por acumular otros bienes terrenales en forma de oros, platas, sedas o esculturas. En fin que 2000 años de historia han dado para mucho. Eso sí, no sólo para la iglesia católica también para otras confesiones.
No seré yo quien entre a descubrir, descifrar o explicar el porqué los seres humanos a lo largo de su existencia han tenido esta tendencia a buscar en religiones, rituales y prácticas esotéricas algo que diera sentido a su existencia o porqué la espiritualidad parece ser algo consustancial a muchos de mis congéneres de especie. En todo caso los temores e ignorancia de unos y la agudeza y ganas de dominar de otros creo que ha tenido mucho que ver. Y es que cuando la luz de la razón enciende las mentes de los humanos las sombras de los miedos ancestrales y religiones desaparecen.
Tampoco profundizaré en aquello de “la religión es el opio del pueblo” pero si quiero fijarme en la cuestión terrenal que es el espacio que, a la hora de la verdad, termina diciéndonos como actúan en la práctica los humanos que la conforman. Y para ello, un ejemplo. Resulta que el obispado nos ha pedido suelo para construir una parroquia y el equipo de gobierno PSOE-PAR ya ha anunciado que se le va a dar. Una vez más, y a pesar de ser concejal, he tenido conocimiento de ello por la prensa. Y desde ya manifiesto mi firme oposición. Analicemos la cuestión.
Hace unos años el obispado dejó en desuso el antiguo Seminario. La ciudad entendió que podrían ser unas buenas instalaciones para aportarlas a la Universidad y hacernos con ellas nos costó 500 millones de las antiguas pesetas. A pagar a tocateja a precio de mercado y como a cualquier particular.
De forma permanente las iglesias o catedral de la ciudad necesitan importantes reformas. Si antes fueron San Lorenzo, Las Miguelas o Santo Domingo ahora es la iluminación de la Catedral o la fachada y accesos a La Compañía. Millonarias inversiones públicas para contribuir a mantener nuestro patrimonio cultural pero que luego es usufructuado de forma casi exclusiva desde el Palacio Episcopal. Pagamos entre todos los gastos de mantenimiento de las propiedades de algunos.
Pero lo más sangrante es que existe un acuerdo económico de relación Estado Español-Iglesia Católica que, rompiendo con la deseable separación estado-religión, financia con miles de millones la actividad de esta última. Entre otras cosas los ayuntamientos se ven privados de poder cobrar el IBI o el ICIO a tan sacrosanta institución.
Pues bien en este contexto y como si las iglesias estuvieran con «overbooking» de ocupación, los feligreses ya no cupieran en ellas y este hecho se produjera todos los días de la semana, resulta que alguien ha decidido que hay que construir una nueva parroquia (el obispado) y alguien ha decidido (el equipo de Gobierno PSOE-PAR ) que para tan loable fin hemos de poner el suelo entre todos, seamos creyentes, ateos o agnósticos. Pues lo siento no es JUSTO y además crea un nefasto precedente si mañana nos vienen con la misma demanda musulmanes, judíos o devotos de la diosa Shiva. Ya hace mucho alguien dijo “a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar” pero también hace mucho tiempo que Fernando Elboj parece haber unido en su persona ambas condiciones y eso debe impedirle el discernimiento entre lo divino y lo terrenal.
Fernando Elboj, persona que creo que ya considera las ideologías algo trasnochado y pasado de moda, va rondando diversos sectores para congraciarse con ellos y buscando, en una campaña electoral permanente, los favores electorales. Antes fue el mundo de la cultura, luego el del deporte, después las personas mayores y ahora anda a vueltas con los feligreses de las iglesias. En ese marco se entiende esta operación.
Pero yo considero que cuando el suelo público que tenemos ya es muy escaso y lo necesitamos para hacer escuelas infantiles, centros para personas mayores, espacios cívicos, bibliotecas, viviendas de protección o permutarlo con otros suelos que son imprescindibles para poder intervenir en nuestro Casco Histórico, esta decisión tiene poco de política de izquierdas y nada de caridad cristiana.